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‘Desafíos de hoy’ Category

mayo 7, 2021

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Por: abcom

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Tags: Liderazgo, pandemia, trabajo en equipo

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Categorías: Blog, Desafíos de hoy

Experimentos en pandemia: cómo trabajan los equipos

Además de mucha incertidumbre, la pandemia por Covid-19 parece haber creado un escenario sin precedentes para estudiar cómo trabajan los equipos a distancia. En esta nota vas a encontrar cómo se adaptaron las empresas locales. Qué entienden los especialistas y cuál es la situación hoy.

En marzo del año pasado, cuando la mayoría comenzaba a trabajar a distancia, los calendarios empezaron a llenarse de actividades y los dispositivos de notificaciones. Lo que antes hacíamos en la oficina, se transformó en múltiples tareas nuevas, en una sucesión eterna de reuniones virtuales y chequeos de avance que, por momentos, se convertían en obstáculos.

Si tuvieran que poner en números, ¿cuántas videollamadas no tan productivas tuvieron durante las primeras semanas de la pandemia? ¿A cuántos encuentros virtuales asistieron sin entender bien el motivo? 

Además, comenzaron a hacerse más habituales encuentros con actividades lúdicas, charlas off topic y el tan extrañado after office. Más formales o más informales, y según la cultura propia de cada empresa, muchos de esos encuentros posibilitaron lo que el resto de las interacciones no podían: generar un mejor espacio de trabajo.

Conel paso de los meses, los intercambios de los equipos fueron mejorando. Muchas organizaciones dejaron de “imitar” a las interacciones de la presencialidad y comenzaron a crear nuevas. 

Resultado de algo más que el uso de la tecnología, los cambios en la segunda etapa de la pandemia iluminaron cuáles eran las actividades fundamentales que requería el trabajo en equipo y cuáles eran necesario dejar atrás. 

Comunicación interna responde al SOS

En Argentina, como en tantas otras partes del mundo, el proceso de adaptación a la virtualidad tuvo dos momentos. Cuando llegó la pandemia muchas empresas buscaron ayuda para gestionar la incertidumbre y hacer el proceso más rápido. ¿Qué pedían los líderes? ¿Qué necesitaban? ¿Cómo fue el proceso de adaptación?

“Tan rápido como se expandió el Covid-19, desde ABCOM comenzamos a recibir consultas y diseñar proyectos que iban desde la adaptación a nuevas normas de convivencia hasta el diseño de estrategias para gestionar equipos remotos. Claro que, en ese momento, todo parecía cuestión de unas pocas semanas”, señaló Sebastián Molina, Director Comercial en ABCOM

Con el paso de las semanas, las necesidades fueron cambiando. “A medida que la pandemia iba imponiendo nuevas reglas, las compañías comenzaron a darse cuenta de que el foco central de su estrategia debía estar en la capacitación de sus líderes para afrontar el cambio cultural más grande e importante de sus vidas con impacto, sobre todo, en el ecosistema organizacional: los sistemas, los procesos y, fundamentalmente, las personas”, explicó Sebastián. La formación en gestión de la incertidumbre, resiliencia, liderazgo empático y comunicacional fueron algunos de los proyectos con más demanda del mercado, orientados a líderes.

En ABCOM, los pedidos no sólo se vincularon a las posiciones de liderazgo, sino también al uso de nuevas herramientas: “las otras grandes protagonistas fueron las redes sociales internas, como Yammer. La necesidad de mantener conectado al equipo con la cultura organizacional se volvió clave. Durante el primer semestre desde la llegada de la pandemia, los pedidos de implementación y lanzamiento de redes sociales internas creció un 250%. En esta línea, las actividades de engagement a través de eventos virtuales se convirtieron en la estrella de todo 2020; juegos, webinars, y after office virtuales fueron otros de los productos que más presencia tuvieron”.

Con el nuevo año y la continuidad de la pandemia, según Sebastián, “las compañías maduraron mucho en relación a los aportes de la comunicación interna a la sostenibilidad del negocio y a la cultura organizacional”. En este sentido, señaló que “la tendencia indica que las principales necesidades de las organizaciones hoy son servicios como el diagnóstico comunicación/cultura, experiencia del empleado y comunicación para la transformación digital”. En un segundo plano, aún vigentes y demandados, siguen estando los eventos virtuales. Experimentos en pandemia: cómo trabajan los equipos

¿Qué hacemos cuándo nos juntamos? 

Para entender mejor el trabajo en equipo en el nuevo contexto, las investigadoras de la Escuela de Negocios de Harvard, Ashley Whillans, Leslie Perlow y Aurora Turek realizaron un estudio denominado Experimentar durante el cambio hacia el trabajo en equipo virtual: aprendizajes sobre cómo los equipos adaptaron sus actividades durante la pandemia de COVID-19.

Como resultado, pudieron identificar tres categorías de interacciones interpersonales. Las interacciones de tareas, aquellas en que los miembros del equipo colaboran en actividades que contribuyen directamente con los resultados; las interacciones de procesos, que sirven para establecer la agenda, la estructura del trabajo, asignar roles, responsabilidades y horarios; y las interacciones de vínculo, en las que los colaboradores se apoyan entre sí y comparten habilidades.

Teniendo en cuenta estas tres categorías, a través de la cuenta de LinkedIn de ABCOM, consultamos a nuestros seguidores cómo era su trabajo en equipo. La pregunta en concreto fue “¿qué tipo de encuentros virtuales o interacciones tenés más seguido?”.

Si bien se trató de un sondeo informal, los porcentajes arrojaron resultados interesantes. De un total de 103 respuestas, el 52% contestó que la mayoría de sus interacciones en equipo eran “para planificar” (de procesos). El 22% respondió que el objetivo era vincularse con el equipo (de vínculo) y el 17% señaló que las interacciones eran para concretar objetivos, es decir, hacer avanzar el trabajo (de tareas). El 9% restante respondió que los objetivos eran otros, aunque ninguno dio detalles.

Si pensamos en los tiempos de oficina, las interacciones de tareas en la presencialidad se parecían bastante a reuniones con personas alrededor de mesas grandes y pizarras llenas de palabras y flechas. Las soluciones creativas llegaban durante la reunión, pero también camino a buscar café o junto al dispenser de agua. Imaginando un paralelismo a la virtualidad, con videoconferencias de pantallas compartidas, la gran mayoría de las personas que respondieron al sondeo no está teniendo ese tipo de interacciones hoy. 

Whillans, Perlow y Turek entienden que identificar cómo se vinculan los equipos permite entender la calidad de las interacciones y mejorarlas no sólo en la virtualidad, sino en la vuelta a la oficina. Si tenemos en cuenta que el sistema mixto de trabajo o blended working parece ser el futuro, poder optimizar las interacciones y el vínculo entre las reuniones presenciales y virtuales será una necesidad central.

Si bien los dispositivos aportaron un nuevo marco de posibilidades, los procesos reflexivos para entender su alcance son fundamentales. Para qué nos juntamos, a través de qué medio y qué buscamos concretar en ese encuentro son algunas de las preguntas que líderes y colaboradores deberán responder. La comunicación interna, con el desarrollo de procesos y especial foco en la cultura de cada organización, será quien deba dar aportes fundamentales para la construcción y mejora de esos espacios mixtos.

 

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abril 11, 2021

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Por: abcom

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Tags: nuevos compromisos, sostenibilidad, triple impacto

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Categorías: Blog, Desafíos de hoy

Sostenibilidad, pandemia y la búsqueda de nuevos compromisos

La concreción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se vio interrumpida por la pandemia, que, entre otras cosas, obligó a modificar las estrategias corporativas. En esta nota. Una introducción a lo que está sucediendo en el sector privado en términos de sostenibilidad. Acciones, estrategias y por qué es importante hacer con otros.

Tres dimensiones, una agenda, 17 objetivos. Luego de un largo debate que retomó lo social, lo económico y lo ambiental para actualizar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) acordados en el año 2000. 193 estados miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establecieron la Agenda 2030, con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Fue en 2015. 

El cambio climático, sus consecuencias y las acciones globales para mitigarlo -como las políticas vinculadas a la descarbonización que surgieron del Acuerdo de París-. Hicieron que no sólo los estados se involucren. Algunas desde la responsabilidad social empresaria, otras directamente desde el triple impacto. Las empresas también comenzaron a repensar y rediseñar sus modelos de negocio. Iniciativas como la Red Argentina de Pacto Global funcionaron como facilitadores de diálogo entre el sector público y el privado.

Cinco años después, sucedió lo inesperado. O lo no deseado: una pandemia mortal puso distancia física entre las personas. Mediatizó aún más las relaciones sociales y cambió, quizás para siempre, las formas de trabajo. 

El contexto socio-económico empeoró significativamente. Según el informe Construir un futuro mejor. Acciones para fortalecer la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, presentado en marzo de este año por la Cepal, en América Latina y el Caribe “la crisis sanitaria condujo a la peor crisis económica, social y productiva que ha experimentado la región en los últimos 120 años”. Con una caída del 7,7% del PIB regional en 2020. El FMI la señaló como la región más golpeada del mundo emergente en los ámbitos económico, social y ambiental, las tres dimensiones de la sostenibilidad.  

Los ODS enfrentaron, así, nuevos obstáculos y retrasos. Sin embargo, la crisis trajo también grandes esfuerzos y compromisos renovados. 

En el proceso 

En Argentina, la pandemia encontró a muchas empresas ya encaminadas hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ese es el caso del Grupo Asegurador La Segunda

Llevamos en nuestro ADN los valores y principios cooperativos. Lo que hace que tengamos en nuestra gestión siempre en cuenta acciones que generen impactos positivos, ya sea en lo social y ambiental, como en la gobernanza y lo económico. Desde hace más de un año estamos trabajando en la estrategia de sustentabilidad del grupo con la alineación a los ODS de la Agenda 2030. Mostrando nuestro compromiso de una manera más cuantificable y transparente”. Señaló la líder de Comunicación Institucional y Responsable de Gestión Estratégica de Sustentabilidad, Gricel Di Bert.

Estar en el medio de ese proceso no les impidió actuar. “Nuestras acciones fueron creando una mapa de participación para medir nuestra contribución en los ODS 1, 2, 3, 4, 5, 8, 13, 17”, explicó Di Bert. 

Entre muchas y diversas acciones internas, implementaron muy rápidamente el teletrabajo, la creación de nuevas fuentes laborales, la aplicación de protocolos de prevención para cuidar la salud de los colaboradores y sus familias. Y una muy interesante campaña solidaria de confección de tapabocas entre los propios colaboradores, tanto para uso propio, como para ser donados a organismos e instituciones. 

Otro elemento que señaló fue el vínculo entre comunicación y liderazgo: “nos mantuvimos unidos a través de mensajes de nuestros líderes, y fomentamos el equilibrio y la conciliación de vida personal y laboral”.

En el escenario externo, hicieron cambios en sus servicios, crearon nuevos productos y realizaron acciones sociales. “Nos pusimos al frente como marca para mostrar nuestro compromiso con la comunidad y nuestra cercanía a partir de la adaptación de nuestra imagen, impulsando el respeto a la conducta de aislamiento social, preventivo y obligatorio”, explicó Di Bert. 

Un ejemplo de ello es la inversión que realizó el grupo en la importación de reactivos que aceleren la investigación para el desarrollo de kits de detección temprana de virus como el Covid-19 y los de Influenza 1 y 2. Lo hizo a través de DetXMol S.A., una empresa biotecnológica fundada originalmente para el desarrollo de kits biológicos masivos para la detección temprana del cáncer de útero (HPV).

Triple impacto 

Mientras algunas organizaciones emprenden el largo proceso de transición hacia una estrategia transversal. Otras nacen en el nuevo paradigma. Un modelo que se desprende del concepto tradicional de sostenibilidad y del que nacen las nuevas empresas es el de triple impacto. Quien trajo el concepto a la mesa fue el británico John Elkington durante la década de 1990. 

Según explicó la MBA en Educación Ambiental de la Universidad de Málaga y co-fundadora de Cronopios Comunicación, Belén Barroso. “Elkington planteaba que era necesario para las organizaciones empezar a medir, entender y gestionar su éxito a partir no solamente de sus resultados tradicionales financieros. Sino también los resultados en la economía de la organización y en la economía del lugar donde se inscribía esa organización”. En otras palabras, buscaba trasladar las dimensiones social, económica y ambiental también a las empresas.

En el webinario La transformación hacia el triple impacto. Organizado por ABCOM en diciembre de 2020. Barroso lo diferenció de la responsabilidad social empresaria. “El triple impacto pretende ser un código genético de la empresa. La responsabilidad social, normalmente, son acciones que no siempre están conectadas con el core de la organización”, explicó. Barroso lo plantea, entonces, “como un ADN, como una manera de realmente pensar y estructurar todas las acciones de la empresa”. 

Durante el encuentro virtual -disponible en el canal de ABCOM en YouTube– la especialista desarrolló dos ejemplos de compañías de triple impacto. El primero, la agencia española La Casa de Carlota, que hace “activismo creativo” con un equipo de trabajo que incluye personas con síndrome de down o con trastornos del espectro autista. De esta forma, la agencia trabaja con jóvenes de su propia ciudad y visibiliza una nueva manera de entender la creatividad. El otro ejemplo que tomó fue la empresa chilena Karun. Que desde la Patagonia fabrica lentes con material reciclado proveniente de residuos arrojados al mar. En este último caso, Barroso resaltó la figura de su CEO, Thomas Kimber, como un “CEO activista”. 

Sistema B 

Una forma de trabajar en el marco del triple impacto es estar dentro del paraguas de Sistema B. Las compañías que se certifican como Empresa B ponen en el centro de su modelo de negocio el compromiso socioambiental: miden y analizan las áreas Gobierno, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente. La certificación es entregada por B Lab, una entidad sin fines de lucro en Estados Unidos. 

En Argentina. Existen poco más de 100 empresas que siguieron este camino y el Grupo Gire es una de ellas. En términos de sostenibilidad. La pandemia la encontró en una posición más cómoda que otras organizaciones. 

Según explicó la analista en Sustentabilidad, Ayelén González, “en Gire experimentamos una aceleración por el contexto de pandemia de nuestro proceso de transformación cultural y la estrategia de sustentabilidad no estuvo exenta de ello”.

Afectados por el cierre de los locales Rapipago, hubo una migración masiva de clientes hacia los canales digitales. El servicio de pago digital a través de WhatsApp y Facebook fue parte de ello.

Además de una gran cantidad de iniciativas de seguridad, salud y bienestar para acompañar a sus colaboradores durante el aislamiento, realizaron dos acciones muy interesantes. “Implementamos nuestros nuevos Estándares de Conducta, un documento que guía nuestro hacer en Gire. Representa quiénes somos y cómo decidimos hacer las cosas”, explicó González. Además, en consonancia con el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la recomendación 206 del mismo organismo, lanzaron la Política de prevención, protección y asistencia en casos de violencia, acoso laboral y/o sexual en el empleo.

Respecto a lo social. Al igual que muchas empresas, trabajaron para mejorar la calidad de vida de quienes más sufrieron la pandemia: “se realizó una donación al proyecto #SeamosUno. Una articulación público privada (grupo de personas, entidades y organizaciones religiosas, sociales y empresarias en coordinación con el Estado). Para ayudar a los sectores más vulnerables de la sociedad durante la urgencia derivada de la pandemia del COvid-19. Aspirando a cubrir las necesidades de cuatro millones de personas con el armado de un millón de cajas con productos alimenticios y de higiene”.

Por último, las mediciones son un aspecto clave del triple impacto. Sirven no sólo para evaluar, sino también para repensar las acciones sostenibles llevadas adelante por la compañía. En ese sentido. La analista en Sustentabilidad de Gire señaló que “la forma de medir tuvo como principal foco el bienestar de los colaboradores. Se realizaron varias encuestas sobre el bienestar, clima y teletrabajo, que permitieron monitorear el estado de las personas en el contexto de aislamiento para el caso de las personas que trabajan desde casa, y de salud y seguridad para el caso de las personas que trabajaron presencial”. 

Cambiar es hacer con otros…

“¿Qué rol juega la comunicación en estos procesos de transformación?”. Se pregunta la gerenta general de ABCOM, Patricia Moirano. Para quienes no tienen una empresa de triple impacto, “es como si naciera una empresa nueva”, explica Moirano. “Entonces ahí, para nosotros, la comunicación es clave”.

Ya sea una compañía que entró recientemente en un proceso de cambio. Una que logró la certificación de Sistema B o una empresa de triple impacto creada por un millennial CEO activista. La planificación, la gestión y la evaluación de la comunicación, al igual que el resto de la empresa, debe estar pensada en función de las dimensiones económica, social y ambiental. 

Ahora bien. Para poder entrar como sociedad definitivamente en un paradigma de sostenibilidad y pasar del “story telling al story doing”, como dice Barroso en el webinario. Es necesario que más líderes y empresas se sumen a la toma de conciencia y que pongan su voluntad en la necesidad de cambio. Aún transitando la pandemia, con los desafíos pero también con las oportunidades que eso implica. Desde el lado que a cada actor le toca, es necesario comprometerse.

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febrero 12, 2021

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Por: abcom

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Tags: igualdad de derechos, mujeres, violencia de género

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Categorías: Desafíos de hoy

La pandemia nos empujó a un cambio de paradigma laboral que todavía está en proceso. En un contexto virtual, donde la violencia de género puede pasar desapercibida, conocé cómo darte cuenta qué está pasando y qué acciones tomar como organización para prevenirlo.

El 2020, con la pandemia por Covid-19 y el aislamiento masivo, se vivieron muchos cambios, pero también se agudizaron ciertas prácticas y desigualdades históricas. La violencia de género, en particular la doméstica, es un ejemplo de ello.  

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al momento de iniciarse la pandemia, una de cada tres mujeres en el mundo había experimentado violencia física y/o sexual en manos de una pareja en el último año. Avanzado el 2020, UN Women alertó sobre un aumento en las llamadas a las líneas de ayuda en los distintos países, con violencia en las calles, en las casas y también en los espacios virtuales.

Argentina no fue la excepción. Según datos aportados por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), el promedio diario de comunicaciones aumentó el 17% en comparación con el mismo lapso de tiempo anterior. En total, entre enero y noviembre de 2020, la línea 144 recibió 99.156 comunicaciones a sus tres sedes.

¿Qué pasa, entonces, cuando los espacios donde se sufre la violencia son, también, los espacios de trabajo? En la modalidad a distancia, incluso con la nueva tendencia que significa el blended working -una nueva cultura de trabajo dinámica entre la oficina y la casa-, la persona víctima de violencia tiene menos oportunidades de encontrarse con otros y contar qué está pasando. 

Más allá de las acciones del Estado y las organizaciones sociales que trabajan el tema, ¿Cómo se puede ayudar desde el ámbito laboral? ¿Qué indicadores hay que tener en cuenta y qué acciones pueden tomar las empresas para prevenir la violencia? 

Identifiquemos la violencia

Según Paula Marroni, líder de Proyectos de ABCOM y comunicadora especializada en género y diversidad (UBA), la clave para detectar si alguien del equipo sufre violencia está en los líderes. “La mejor manera de identificar cuando alguna de las personas de mi equipo necesita ayuda es ejercer un liderazgo empático que nos permita conectar más allá de lo laboral. Para eso, en cualquier situación, siempre la comunicación es fundamental: preguntar cómo están, mostrarse disponibles para conversar, demostrar que él/la otra importa más allá de lo profesional”, explica.

La violencia doméstica, señala, necesita de una atención especial: “en ese caso específico y, sobre todo en este contexto en que los límites entre el espacio público y privado se desdibujan, tenemos que estar más atentas y atentos que nunca a aquellas pequeñas señales que nos pueden dar la pauta de que la otra está incómoda, retraída, le cuesta expresarse, se siente inhibida en su espacio doméstico, se la nota angustiada, nerviosa”. Frente a esto, la respuesta de los líderes tiene que ser un “acompañamiento amoroso, que le demuestre que puede contar con su líder y que puede pedir ayuda”. 

Nuevos espacios, mismas violencias

Según la experta en género y diversidad, este tipo de acciones no sólo deben estar contempladas para la violencia que sucede en el hogar, sino también para aquellas que puedan ser ejercidas al interior del equipo. La virtualidad laboral es un espacio donde estas cosas suceden.

“Lo primero que tenemos que hacer es no minimizar. Si una persona se siente ofendida o violentada por la razón que sea, tenemos que tomar cartas en el asunto. ¿Por qué digo esto? La violencia en algunos casos es muy visible y fácilmente reconocible. En otros, hay algunos comentarios que desde mi propia subjetividad pueden no ser graves, pero para otras personas sí y eso es igual de atendible. Entonces, si la otra se siente violentada tengo que poner la mirada sobre eso”, explica. 

Además de tener siempre presente la Ley contra la violencia de género y la Línea 114 de ayuda -que funciona durante las 24 horas-, es importante llevar adelante las acciones necesarias al interior de las empresas: “desde ABCOM podemos acompañar a generar espacios de conversación donde la violencia doméstica deje de ser un tema tabú y donde la comunicación con nuestro equipo fluya mejor para generar entornos de trabajo más saludables”. 

En este nuevo contexto, ya sea 100 por ciento virtual o de blended working, se necesita de liderazgos empáticos, colaboradores y colaboradoras más atentos y atentas, junto con acciones concretas. Al interior de las organizaciones, la capacidad de los y las líderes para generar confianza y conversación se posiciona al frente de la lucha contra la violencia de género.

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Síndrome de burnout: el rol de los líderes y la circulación de la palabra

Mucho más que un estado de ánimo, el desgaste ocupacional que se manifiesta en la frase “estar quemado” es difícil de detectar e impacta de forma negativa en las organizaciones. Para entender qué es, qué responsabilidades tienen los líderes y qué hacer para prevenirlo, ABCOM trae la palabra de las expertas Mariela Rodríguez Ponte y Gaby Hostnik.

Tarde de primavera pre pandémica en Puerto Madryn. El salón de conferencias estaba lleno, esperando que el último disertante, un reconocido arquitecto chileno, cierre con su presentación el primer día de congreso. El hombre se acercó al escenario, tomó el micrófono y antes de comenzar a hablar sobre inversiones en el frente costero de Valparaíso, contó sin ceremonias: “vengo de unos días de trabajo muy complejos, con problemas a resolver que se ramifican y con mucho estrés. Estoy quemado. Y llego a esta ciudad, dejo mis cosas en el hotel, camino hasta la playa, me paro de cara al mar, cierro los ojos y por un momento el viento patagónico se lleva todos mis problemas. Qué paz”.

El aire fresco en la cara es un gran alivio, pero como señaló el arquitecto, momentáneo. Es que ‘estar quemado’ es mucho más que una expresión. El síndrome de burnout o desgaste ocupacional “es un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico o insatisfacción laboral”, explica para esta nota la especialista en Inteligencia Emocional Gaby Hostnik.

Si bien el campo de la salud y la psicología lo investiga hace tiempo, recién en 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que será considerado como un “problema asociado al empleo o al desempleo” en la próxima Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Con esta nueva clasificación, que entra en vigor el 1 de enero de 2022, la OMS espera visibilizar el síndrome, para que se tomen las medidas necesarias para su prevención y tratamiento.

¿Qué sucedió en 2020, con la llegada de la pandemia? Según una investigación del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21, en mayo del año pasado se registró un aumento del 5% de agotamiento por burnout. Caracterizado por la institución como un síndrome de estrés laboral crónico con “altos niveles de agotamiento y de cinismo”, al 48% de los encuestados le resultó “siempre o casi siempre” difícil relajarse luego de una jornada laboral, al 36% le costó cada vez más comenzar a trabajar y el 38% se encontró demasiado cansado para dedicarse a otras cosas luego de finalizada la jornada laboral. 

Con el pasar de los meses, este fenómeno de alcance global parece haberse acentuado. Según un informe publicado por la revista Harvard Business Review, cerca del 41% de los trabajadores encuestados reportó haber sufrido burnout como resultado de factores vinculados a la pandemia. Entre ellos, manifestaron haber sentido estrés a causa del trabajo remoto y una mayor carga horaria, miedo a condiciones inestables de trabajo y preocupaciones por la seguridad laboral. De esos trabajadores, el 37% reportó no haber hecho nada al respecto. 

“No podemos negar el estrés y los desafíos que estamos viviendo a diario, por eso tenemos que aprender a tomar consciencia, escuchar las señales de alarma, velar por nuestro bienestar y tener una red que nos contenga, yo los llamo círculos de empatía”, señala Hostnik. 

La responsabilidad de quienes lideran equipos, en este sentido, es muy grande. “Los líderes crean los climas emocionales en un equipo y esos climas se contagian. Todos estamos lidiando con la ambigüedad y con el cambio constante, por eso es fundamental el rol del líder para registrar el estado de ánimo de los colaboradores, escuchar y así acompañar y facilitar el trabajo diario”. 

Estrategias para líderes

¿Cuáles son las estrategias que se deberían tener en cuenta para luchar contra el ‘burnout’? Para la directora de Operaciones de ABCOM, Mariela Rodríguez Ponte, “lo fundamental es el trabajo con líderes: generar espacios de escucha e intercambio, desde coaching individual hasta encuentros grupales”. 

En ese sentido, la nueva modalidad de trabajo que se adoptó masivamente en 2020 y se cristalizó en lo que los expertos denominan blended working, es todavía un gran desafío. “Los líderes han sido los más exigidos en este cambio de paradigma y lo van a seguir siendo. Escucharlos, contenerlos, acompañarlos, darles herramientas para mejorar el rendimiento de las personas que forman parte de sus equipos -ahora más que nunca siendo ‘personas’- es clave para mejorar la gestión en las organizaciones”, explica la experta en comunicación desde su mirada de coach ontológica.

En cuanto a la gestión de ese cambio cultural, señala que “hay cada vez más herramientas o plataformas digitales para organizar el trabajo. El objetivo es lograr una comunicación clara y a tiempo”. 

En términos generales, la cultura de la organización debe trabajar desde la empatía. “La comunicación interna debe ser cercana, contenedora, buscar la participación y generar conversaciones. Los canales de diálogo deben ser algo más que espacio donde circule información unidireccional”, cierra Rodríguez Ponte.

Así, con un cambio de paradigma que está aún en proceso, las habilidades comunicacionales, la escucha activa y la inteligencia emocional aparecen como la mejor forma para crear una cultura capaz de detectar el burnout. Aunque siempre es necesario, con una sesión de viento patagónico en la cara no alcanza. La empatía, como señala Hostnik, y los espacios de escucha, como propone Rodríguez Ponte, serán, para los cambios que aún están por venir, los ejes de cualquier organización saludable.