
Conversaciones sobre una Comunicación Interna sin guiones
Escrito por Marcela Boragina
La comunicación interna no se juega en el próximo mail, sino en la capacidad de generar conversaciones que importen. Ya no alcanza con correos masivos ni carteleras digitales: los equipos esperan otra cosa. Y en un contexto atravesado por la velocidad de las redes y la exposición permanente, nos preguntamos ¿cómo sostener un marco narrativo común sin caer en un discurso único que nadie siente como propio?
Ninguna narrativa es decorado: cada relato que circula en una organización contribuye a construir (o erosionar) su cultura. Por eso, el verdadero desafío de la comunicación interna de hoy es migrar de los discursos enlatados a los diálogos auténticos, creando un marco donde múltiples voces puedan expresarse sin que el relato se fragmente en mil pedazos. La paradoja es clara: la comunicación interna debe ofrecer una hoja de ruta, pero no un libreto cerrado. Orientar sin encorsetar.
No hablamos simplemente de reemplazar un canal por otro, sino de asumir que la comunicación interna dejó de ser un flujo descendente para transformarse en un tejido narrativo colectivo que permite explicar a la organización en las historias compartidas, y en la manera en que esas historias conviven, se tensionan y se transforman mutuamente.
Una hoja de ruta sin guion
La hiper fragmentación de audiencias —con generaciones y perfiles que consumen información de maneras muy distintas— tensiona la capacidad de diseñar mensajes universales, mientras que la sobreabundancia de canales multiplica el riesgo de ruido y dispersión. Entonces, nos preguntamos (una vez más): ¿Hasta dónde sostener un relato compartido? ¿Qué tanta libertad discursiva puedo dar sin correr riesgos? ¿Qué características tienen esos riesgos?
Durante años, la respuesta fue contundente: diseñar un «manual” de cultura con valores, mensajes y campañas cuidadosamente orquestadas. Y si bien ese modelo funcionó con relativo éxito, en el escenario actual pareciera no ser suficiente. El gran desafío, entonces, no es solo comunicar más o mejor, sino crear un marco narrativo lo suficientemente sólido para dar dirección, y lo bastante flexible para permitir diversidad.
Darle un marco narrativo a la cultura no es trabajar con un guion cerrado: es establecer un set de coordenadas compartidas. Definir lo que importa (valores), hacia dónde se apunta (propósito) y cuáles son las tensiones legítimas que la organización reconoce y se anima a conversar. En este sentido, el relato colectivo no se logra con uniformidad, sino con coherencia. Una organización madura entiende que puede haber múltiples voces y estilos, siempre que todas se reconozcan dentro de un mismo mapa simbólico.
No hay autenticidad sin múltiples protagonistas
Aquí es donde la comunicación interna se cruza con un segundo desafío: habilitar la primera persona. Porque hablar en primera persona no es simplemente cambiar el pronombre en un mensaje corporativo: es darle lugar a la experiencia como fuente legítima de comunicación. Y eso implica desarrollar competencias culturales y organizacionales específicas:
- Escuchar de manera activa y continua, habilitando feedback real que permita ajustar la narrativa a tiempo, antes de que quede obsoleta o distante.
- Valorar los aprendizajes que surgen del error, en lugar de ocultarlos: convertirlos en parte de la narrativa colectiva fortalece la confianza y humaniza a la organización.
- Incorporar voces diversas, de todos los niveles y roles, evitando que la comunicación quede encapsulada en la mirada de algunos pocos.
- Proponer experiencias significativas, no solo mensajes: espacios de encuentro, dinámicas de colaboración y proyectos compartidos donde las personas puedan reconocerse como protagonistas.
Lo esencial no es multiplicar canales ni producir más contenidos, sino sostener conversaciones vivas. Conversaciones donde la organización ya no se erige como dueña de la verdad, sino como anfitriona de un ecosistema de relatos que aporten claridad para sostener una identidad reconocible, y apertura para que cada voz la resignifique desde su propia experiencia.
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