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noviembre 16, 2015

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Por: abcom

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Tags: Comunicación Interna, Plan de comunicación interna

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Categorías: Marca empleadora

Dos formas diferentes de empezar el día

Es lunes, son cerca de las 9 de la mañana y estás llegando a la puerta del edificio. Ingresás, te acercás al único ascensor que sube hasta el piso donde trabajás y cuando intentás llamarlo, no responde. Levantás la vista y leés la irrefutable sentencia: “En reparación”. Definitivamente, no es la mejor forma de empezar la semana.

Ahora bien, si el viernes hubieras recibido la gran noticia de que en tu compañía comenzaban las obras para renovar el cincuentenario artefacto, que dicho sea de paso se detenía cada dos por tres a mitad de camino por “problemas técnicos”, tu sensación hubiera sido otra, ¿cierto?

Muchas veces, aquello que desde un punto de vista es el peor de los males puede capitalizarse como una práctica positiva. Subir por las escaleras cinco pisos puede ser una experiencia devastadora, o bien, una oportunidad para poner en práctica una conducta saludable dentro de tu compañía. La clave es definir de antemano el foco de los mensajes que circulan en tu organización. Hacerlos responder a una estrategia clara y definida. De eso se trata la gestión de la comunicación interna.

No da lo mismo comunicar a como dé lugar. Más aún, si no definimos el foco de las noticias que pueden parecer buenas en sí mismas, corremos el riesgo de desperdiciar el potencial de oportunidades únicas para fomentar la integración, reforzar la cultura organizacional y apuntalar nuestros objetivos de negocio. Hasta el mejor de los programas de beneficios puede tener una percepción negativa si no se sostiene en una estrategia de comunicación efectiva.

Para llegar a buen puerto no nos podemos confiar en la dirección del viento. Hay que agarrar el timón y fundamentalmente tener en claro cuál queremos que sea nuestro punto de llegada.

Seguí aprendiendo

En ABCOM desarollamos una serie de artículos/notas informátivas, para aprender y llevar a la acción los avances de tu compañia.

La felicidad de las personas está estrechamente vinculada al bienestar de las comunidades y de las organizaciones. Con la mira puesta en la sostenibilidad, en esta nota tomamos el Día Internacional de la Felicidad para pensar en las características que tienen aquellos líderes que la promueven. ¿Cómo ser un líder que promueve organizaciones felices?

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Los valores – 2da parte

En la actualidad todas las organizaciones, sean grandes o pequeñas, tienen definido un discurso institucional que incluye misión y valores – o pilares organizacionales-. Pero, ¿qué son los valores?

La declaración de valores o pilares es un compromiso asumido para que todos sepan cómo debe trabajarse dentro de la compañía. Si el propósito es el destino al cual se quiere arribar, los valores son el mapa – o GPS- que nos permitirán llegar a ese punto.

Los pilares nos indican cómo alcanzar el propósito organizacional. Son una enunciación sobre cómo se hacen las cosas, priorizando qué aspectos. Son las bases sobre las cuales se sostiene el desarrollo de las actividades cotidianas en la compañía.

¿Por qué tener valores organizacionales definidos?

Porque permiten que toda la organización trabaje en sintonía. Contar con valores organizacionales claros les permitirá a los colaboradores, a los mandos medios y a la línea gerencial, saber qué se espera de ellos.
Resulta conveniente que los valores declarados no disten mucho de los reconocidos por los trabajadores. Ya que si la distancia es muy grande los colaboradores los percibirán como un discurso lejano y ajeno.

El objetivo de la enunciación de los valores es poner en claro un marco de referencias compartidas con el que los colaboradores se sientan identificados y reconocidos. Deben incorporarlos en el desarrollo de sus labores y actividades cotidianas.

De todas maneras, la declaración de valores también puede funcionar como un aspiracional sobre cómo deberíamos trabajar en la empresa. De esta manera también nos invitarán a mejorar continuamente la forma en que hacemos las cosas.

Todo muy lindo pero, ¿cómo lo hago?

Al igual que con el propósito. Los valores organizacionales dependerán mucho de la organización, el tipo de trabajo que se desarrolle en ella y del público interno.

En AB Comunicaciones pensamos la comunicación desde la cultura. Eso implica admitir que no existen recetas prediseñadas, ya que los códigos de comunicación son contextuados. Están en profunda relación con el entorno y con las prácticas de las personas.

Por ejemplo, en una compañía de productos agroquímicos no se generan los mismos vínculos y dinámicas de trabajo que en una de servicios de telefonía. Por ende, los valores que guían el trabajo en estas compañías no pueden ser los mismos.

Para ayudarte a pensar cuál es la mejor forma de enunciar los valores de tu organización, te dejamos este pequeño cuestionario.

1. ¿De qué forma queremos realizar nuestro propósito organizacional?
2. ¿Cómo definimos el perfil de nuestros colaboradores/equipos?
3. ¿Qué valores, conductas o actitudes destacan los trabajadores en su labor cotidiana?
4. ¿Cómo podemos equilibrar el cómo queremos hacer las cosas, y cómo se realizan diariamente?

A partir de la definición institucional del propósito y los valores los miembros de la organización podrán entender hacia dónde se dirige el negocio, y cómo pueden contribuir a ese camino. Definir un discurso corporativo es un proceso lento y requiere del compromiso de toda la línea gerencial. Pero te aseguramos que es un esfuerzo que vale la pena.

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